Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.

Se cumple un año del confinamiento, un año desde que la COVID19 dejó de ser algo lejano que afectaba a China e Italia, para inundar y cambiar nuestras vidas hasta tal punto que hoy, un año después, seguimos sin haber recobrado aquella normalidad, aquella rutina de la que tanto nos quejábamos y que ahora tanto añoramos.

Y durante este año muchas son las reflexiones que al respecto hemos hecho. El planeta respiró, y de qué manera, y ahora tratamos de quedarnos con aquellas buenas prácticas que pueden mejorar nuestra vida a la par que protegen el medio ambiente.

Otras prácticas, como el uso indiscriminado de mascarillas no reutilizables y guantes, echan por tierra los logros que con el aumento de las nuevas tecnologías y la consiguiente disminución de los desplazamientos se puede alcanzar.

Pero hay otro aspecto que me parece interesante, y que es del que hoy quiero hablaros. Y no es otro que la relación entre la pérdida de la biodiversidad y las zoonosis. La zoonosis es el salto de un patógeno desde otra especie animal hacia el ser humano. Y se trata de un hecho cuya probabilidad aumenta con la disminución de la biodiversidad.

Puede parecer una incongruencia, ya que parece que si hay menos animales, lo lógico sería que este riesgo disminuyera. Pero es justo lo contrario, tal y como señalan diversas entidades medioambientales.

Inés Martín, de la Barcelona School of Managment, lo explica muy bien en su artículo “La relación entre la pérdida de biodiversidad y las zoonosis”.

En un ecosistema sano, encontramos especies generalistas (muy flexibles a los cambios del entorno, y que pueden moverse de unos espacios a otros con bastante facilidad) y especies especialistas (muy susceptibles a los cambios y que viven en espacios muy concretos).

Pues bien, en estos ecosistemas se produce el efecto de dilución; es decir, los virus se diluyen entre estos animales, de manera que los especialistas limitan geográficamente la presencia de los virus, a la vez que los animales que más enferman a causa de estos virus son eliminados por los predadores. Dicho de una manera muy poco científica, las especies animales llegan a crear su propio efecto rebaño.

Por otra parte, cuando menor es esa biodiversidad mayor es la proliferación de los virus, y mayor la posibilidad de supervivencia de los individuos más enfermos y, por tanto, con mayor capacidad de contagio.

Así que ya vemos, acabar con la biodiversidad puede favorecer la proliferación de virus animales, como la COVID19 o las gripes aviares, hechos recientes en nuestra historia.

Aunque no sólo la disminución de la biodiversidad tiene este efecto: la agricultura y la ganadería extensivas, el tráfico de especies, la deforestación, los grandes incendios forestales… todo ello contribuye a mermar esta biodiversidad.

Si no cambiamos nuestro estilo de vida por convicción, el egoísmo de no tener que enfrentarnos a episodios como el de esta pandemia puede ser un buen motivo para minimizar todas estas prácticas ¿no creéis?

Hasta la semana que viene, amigos.

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