Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.

El pasado sábado, 27 de marzo, tuvo lugar la celebración de la Hora del Planeta. En concreto, fue su decimoquinta edición.

Durante sesenta minutos, personas y entidades locales del mundo entero apagan la luz, como un acto simbólico para reclamar medidas y actitudes que ayuden a preservar nuestro planeta.

Un movimiento que nació en 2007, en Sydney, y que actualmente se secunda en países de los cinco continentes; cuatro años después, en 2011, eran ya más de 5.000 ciudades las que apagaban las luces de sus monumentos más importantes el tercer sábado de marzo.

Y como ocurre siempre con este tipo de acciones, surgen las dudas y controversias ¿es realmente útil apagar las luces una hora al año? ¿corremos el riesgo de quedarnos en el detalle, la moda, la corriente, lo cool, y olvidar que en el año hay otras 8.759 horas? ¿se suman organizaciones, públicas y privadas, que buscan venderse como preocupadas por el medio ambiente, pero que a lo largo del año cometen auténticas barbaridades totalmente evitables? ¿es un acto totalmente insuficiente pero, oye, mejor eso que nada?

Lo importante de estas iniciativas es el efecto de concienciación que tienen, la capacidad de llamar la atención de personas de muy diversos lugares y hacer que se interesen por la sostenibilidad medioambiental. El hecho de que empresas privadas e instituciones públicas las utilicen para lavar su imagen y parecer más modernas e interesantes resulta tan estéril como inevitable, por desgracia.

Porque lo importante es, efectivamente, llevar a cabo buenas prácticas a lo largo de todo el año. Apagar las luces siempre y cuando no sea necesario tenerlas encendidas (cuando no hay nadie en una habitación, o viendo la televisión, por ejemplo) o no dejar el standby de los aparatos electrónicos encendidos cuando no los utilizamos, por ejemplo.

También contratar la energía de nuestros hogares a compañías eléctricas verdes, que las hay actualmente.

Utilizar más el transporte público, o las piernas, cuando sea posible y dejar aparcado (nunca mejor dicho) en la medida de lo posible el vehículo privado.

Tratar de reducir el número de envases que adquirimos en nuestras compras (botellas de agua reutilizables en lugar de agua embotellada, hacer nuestro propio zumo de naranja natural en vez de comprarlo de bote, comprar envases más grandes de leche o aceite para reducir el número de botellas que adquirimos al final, etc…).

Tener en cuenta que es mejor un envase de cartón, antes que cristal. Es mejor un envase de cristal antes que uno de plástico. Y es mejor un envase de plástico, antes que dos.

Reutilizar todo aquello que podamos, y reciclar lo que no nos resulte posible reutilizar.

Y sumarnos a la Hora del Planeta del 2022, que tampoco está de más y puede ayudar a que otras personas se paren a pensar en la sostenibilidad medioambiental.

Hasta la semana que viene, amigos.

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