Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.
Hoy quiero hablaros acerca de una realidad tan curiosa como desconocida, aunque si comienzo diciendo que quiero hablar acerca de la huella ecológica de nuestro comportamiento, muchos de vosotros pensaréis “pero si todas las semanas habla de lo mismo, en realidad”.
Es por ello que hoy quiero dedicar este espacio a hablaros acerca de la huella ecológica de nuestro comportamiento… digital.
Porque si bien es cierto que desplazar muchas actividades cotidianas hacia ese medio reduce nuestra huella (realizar reuniones virtuales en lugar de viajar hasta otra ciudad para mantener esa misma reunión, enviar un mail en lugar de una carta postal, etc…) no debemos caer en el error de pensar que la acción virtual tiene un impacto neutro sobre el medio ambiente.
Para hacernos una idea, ver una hora de contenido en Netflix emite 55 gramos de CO2 a la atmósfera, y el consumo de Youtube durante un año produce la misma contaminación que una ciudad del tamaño de Zaragoza, por ejemplo.
Y este consumo digital va creciendo de manera continua, y a diario. Cada vez manejamos mayor volumen de información en la red.
¿Y a qué es debido este impacto medioambiental, si siempre hemos pensado que las tecnologías sólo aportaban beneficios al planeta? Pues esta contaminación se debe a la construcción y el mantenimiento de los centros de datos en los que se procesan todas nuestras transacciones digitales, que se calcula que, a nivel global, consumen la misma electricidad que un país del tamaño del nuestro, España.
¿Quiere esto decir que debemos abandonar las tecnologías, volver a viajar para reunirnos, enviar cartas, etc…?
No. El impacto del que estamos hablando, aún siendo considerable, resulta menor que el de las acciones “pretecnológicas”.
Lo que quieren decir estos datos son dos cosas. La primera ya la sabíamos, aunque a veces se nos olvide: toda acción humana tiene una huella ecológica.
La segunda es que, siendo conscientes de esta huella, es importante que tomemos medidas para reducirla, en función de nuestras posibilidades y evitando caer en el error de pensar “lo que yo haga aporta poco, así que no hago nada”.
¿Y qué podemos hacer a este respecto? Pues tener en cuenta que contamina más la visión de videos que el hecho de escuchar música sin imagen. Escuchar la radio, o aplicaciones como Spotify, contaminan menos que escuchar la misma música en Youtube, por ejemplo.
Si eres estudiante puedes descargar los apuntes y documentos de las clases online, ya que ese gesto contamina menos que acceder en la red a los documentos cada vez que necesites echarles un ojo.
Apagar los dispositivos (móviles, tablets) por la noche, igual que apagamos la televisión, también contribuye a reducir el impacto medioambiental al reducir, a la larga, el número de veces que precisan ser cargados.
En principio ninguna de estas acciones parece hacernos volver a la edad de piedra ¿no creéis?
Y por supuesto, no hemos de olvidar la necesidad de hacer presión, como ciudadanos, para que estas empresas deban, por ley, tomar medidas para reducir o, en el peor de los casos compensar, esta contaminación.
Hasta la semana que viene, amigos.

Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.
Si recordáis, en mi último Minuto del Planeta os hablaba acerca de la COP 26, que ha tenido lugar recientemente en Glasgow, Escocia.
Pues esta semana quiero hablaros de otra reunión; una reunión que, si bien podemos calificar de menor nivel que la anterior, posiblemente pueda dar resultados más fructíferos.
Se trata del primer encuentro nacional del Pacto de las Alcaldías, que tendrá lugar en Valencia el próximo 11 de noviembre, mañana.
En el Palau de las Arts se darán cita las alcaldías de Valencia, Zaragoza, Pamplona, Murcia o Alicante, entre otras, así como las diputaciones provinciales de Málaga, Jaén o Tarragona, el cabildo de Santa Cruz de Tenerife o entidades medioambientales de Madrid, Bilbao, Gijón o A Coruña.
El Pacto de las Alcaldías es el mayor movimiento mundial de ciudades que se comprometen a combatir el cambio climático de manera voluntaria. Los municipios firmantes se comprometen a alcanzar, e incluso superar, los objetivos de la Unión Europea en materia de clima y energía.
Teniendo en cuenta que las ciudades albergan un porcentaje cada vez mayor de la población mundial, que representan el 75% del consumo energético actual y el 70% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, su responsabilidad a la hora de cambiar la realidad existente es inexcusable. Objetivos como la reducción de las emisiones de CO₂ en un 40% antes de 2030, mejorar la eficiencia energética, potenciar fuentes de energía renovable y desarrollar medidas para adaptarse a las consecuencias del cambio climático no son viables sin el trabajo y la implicación de estos entes.
Durante la ceremonia en el Palau de les Arts se realizará una firma simbólica de los nuevos objetivos del Pacto para 2050, mediante la cual los municipios y las provincias y regiones que quieran podrán mostrar el deseo de adherirse a los nuevos objetivos de neutralidad climática de la Unión Europea.
Entidades más pequeñas, con objetivos más concretos y competencias en la materia pueden ser una gran alternativa a los grandilocuentes (y finalmente agua de borrajas) acuerdos a que las grandes potencias llegan de manera regular.
Hasta la semana que viene, amigos.

Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.
La próxima semana comienza la COP26, más conocida como la Cumbre del Clima, que se desarrollará en Glasgow (Escocia) del 1 al 12 de noviembre.
Se ha reprogramado la Cumbre que debiera haberse celebrado en noviembre del 2020, y que no fue posible desarrollar debido a la omnipresente pandemia de COVID19.
Se ha reprogramado no sólo en fechas, sino también en contenidos, ya que se incluyen apuestas necesarias en este momento de aumento de las inversiones como punto de apoyo para evitar que la crisis sanitaria desemboque en una crisis económica.
En concreto, los principales mensajes de la COP26 son los siguientes:
• Se debe aprobar un paquete de medidas equilibrado y negociado que cumpla con el Acuerdo de París y permita avanzar hacia los objetivos climáticos de la ONU.
• Para asegurar el éxito, es necesario que todos los países se comprometan a alcanzar las emisiones netas nulas lo antes posible, realizando recortes significativos ya para 2030 y estableciendo marcos regulatorios orientados a crear entornos que fomenten las inversiones en soluciones climáticas en todos los sectores.
• Hay que ayudar a las sociedades y economías a adaptarse al cambio climático, especialmente a las más vulnerables, para garantizar una transición justa.
• Es fundamental sustituir las fuentes de energía contaminantes por sistemas energéticos limpios, aprovechando la oportunidad que ofrece la rápida caída de los costes de las renovables y el almacenamiento energético.
• Hay que acelerar la transición hacia el transporte sin emisiones de carbono, eliminando gradualmente los motores de gasolina y diésel.
• Para que todo esto sea posible, es imprescindible la transformación verde del sistema financiero, de manera que todos los países puedan impulsar inversiones limpias y resilientes. Para ello será esencial cumplir la meta de 100.000 millones de dólares y un acuerdo sobre cómo el proceso de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) llevará adelante el trabajo sobre financiamiento climático.
• La descarbonización de la economía mundial requiere de innovación y del compromiso de todos: ciudadanos, inversores, empresas, países, regiones y ciudades.
Unos objetivos ambiciosos en un momento que los expertos califican de clave, ya que estamos en un punto de no retorno en el que, o actuamos, o la temperatura del planeta aumentará de manera irremediable, y con nefastas consecuencias.
Y a pesar de ello, debemos hablar de grandes ausencias en esta cumbre. Rusia, China, Brasil, México, Irán y Sudáfrica han confirmado que no asistirán; India todavía no ha confirmado nada.
La ausencia de estas grandes contaminantes potencias hace que los acuerdos alcanzados puedan perder fuerza (más fuerza aún de la habitual, ya que no podemos engañarnos, lo acordado nunca se cumple), pero no puede ser excusa para que el resto de países del globo no haga nada; todo esfuerzo suma y todo desistimiento resta.
Hasta la semana que viene, amigos.

Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.
Hoy os traigo una noticia que leí ayer, y que me llamó la atención enormemente. La leí en la web de Europapress, y nos dice que España es el país menos preocupado por el medio ambiente, según el estudio Essentials de Ipsos. Se trata de un estudio que esta entidad ha puesto en marcha desde que comenzó la pandemia, y que aborda diferentes aspectos tales como la salud o el medio ambiente, en relación a la propia pandemia y la evolución del sentir popular durante la misma, y sus diferentes fases.
La noticia nos dice que nuestro país es el menos preocupado por el medio ambiente, aunque es donde más gente declara que éste se encuentra en situación crítica y que se debe actuar ya.
El objetivo de este estudio es saber cómo evoluciona la preocupación por le medio ambiente, y en él queda reflejado que antes de la llegada de la pandemia de COVID19 la población se mostraba altamente preocupada por este tema, algo que incluso se incrementó durante los meses más duros de la pandemia.
Pero conforme vamos alcanzando la nueva normalidad, esta preocupación cede ante otras como el propio virus, la economía o la desigualdad social.
La encuesta se realizó del 9 al 12 de septiembre de este año entre 11.500 personas adultas de 16 países, de los cinco continentes.
La investigación sitúa a Europa como la región más preocupada por el medio ambiente, siendo los cuatro países más preocupados por este tema de dicho continente: Italia (36%), Francia (34%), Alemania (32%) y Reino Unido (29%). Llama la atención cómo España se desmarca y se sitúa como el país europeo menos concienciado, con sólo un 17% de la población considerando este asunto como una prioridad.
Dato que sorprende todavía más si tenemos en cuenta que el 60% de la población española considera que el medio ambiente se encuentra en una fase crítica, y que es necesario actuar ya. Sólo Italia, con un 64%, supera a España en este aspecto.
Un 65% de los encuestados (en todos los países) considera que la acción más útil para combatir el cambio climático es el reciclaje, y un 63% lo practica.
Un dato muy positivo, si tenemos en cuenta que el 35% de los ciudadanos considera el uso de energías renovables como algo positivo para el cuidado del planeta, pero sólo las utiliza un 12%, o el 8% que posee un vehículo híbrido, siendo un 30% el que considera esta acción como positiva (aquí, obviamente, influye el tema económico).
Un 65% de los ciudadanos considera que deben ser los Gobiernos quienes impulsen iniciativas para cuidar el medio ambiente. Un 48% opina que debemos ser los ciudadanos, y un 41% considera que son las empresas privadas.
Sin duda, datos interesantes que nos hace pensar ¿no creéis?
Hasta la semana que viene, amigos.

Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.
Espero que estéis disfrutando de estas fiestas del Pilar. Diferentes, pero fiestas al fin y al cabo. Parece que vamos retomando algo de la normalidad perdida, y esa es sin duda una gran noticia.
Pero hoy no quiero quedarme en una noticia local, sino que quiero hablaros de algo que ocurrió el pasado viernes, 8 de octubre, y que tiene alcance planetario.
Hace tan solo cinco días, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha reconocido el derecho a un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de todos los derechos humanos.
Esta noticia es importante, ya que supone un primer paso. Insta a la Asamblea General de las Naciones Unidas a tratar este tema, y a incluir este derecho en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Esta iniciativa ha sido impulsada por la ONG SEO/Birdlife, que a través de su campaña 1planet, 1right (un planeta, un derecho), ha conseguido difundir ampliamente y recoger firmas a este objeto.
Esta ONG considera que la inclusión de este derecho en la Declaración Universal de Derechos Humanos como un punto de inflexión que permita la más que necesaria transición ecológica que posibilite la lucha contra los dos grandes retos que, a su juicio, tiene por delante el globo: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
La iniciativa de SEO/Birdlife ha contado en todo momento con el apoyo del gobierno de nuestro país, que además fue el segundo país democrático del mundo en reconocer en su Constitución el derecho al medio ambiente; en concreto lo hace en su artículo 45.1, que dice “Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”.
De modo, queridos amigos, que cuando hablamos de la Constitución y de la necesidad de cumplirla y respetarla, debemos saber que nuestro derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado, así como nuestro deber de protegerlo, también se encuentran recogidos en ella. No se trata de una moda, ni de una locura pasajera, no, forma parte del consenso democrático del año 1978, hace ya 43 años.
Después de nuestro país, vinieron otros muchos. Hasta la actualidad, en que ya son más de 90 países los que han seguido este paso, iniciado en parte por nuestro país.
Y esto, queridos amigos, también es marca España ¿no?
Hasta la semana que viene, amigos

Buenas tardes, amigos de Abejar Radio.
Bienvenidos a esta quinta temporada de nuestra programación; temporada en la que mantenemos nuestro Minuto del Planeta.
Y hoy voy a comenzar la temporada hablando de algo que está plenamente de actualidad; algo terrorífico pero, si se me permite, bello a la vez (si lo vemos desde lejos y sin ser afectados por sus consecuencias, evidentemente).
No hablo de otra cosa que de la erupción del volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma.
Más de una semana llevamos viendo imágenes de cómo expulsa lava a través de su cráter, como las coladas avanzan por el territorio insular destrozando todo aquello con lo que se encuentran a su paso, en un camino hacia el mar que, según indican los medios, resulta tan desastroso como el itinerario por tierra firme.
Se trata de un evento incontrolable, que no podemos achacar a la mano del hombre (quizás uno de los pocos), pero que pese a su naturalidad tiene, también, efectos en el planeta y en nuestro medio ambiente.
En las erupciones volcánicas se expulsan a la atmósfera numerosas partículas de dióxido de carbono, monóxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, sulfuro de carbono, disulfuro de carbono, hidrógeno, cloruro de hidrógeno, metano, fluoruro de hidrógeno, bromuro de hidrógeno, etc… Casi nada.
Pero una de las sustancias que más preocupa es el dióxido de azufre. Y preocupa por dos motivos:
1. Se calcula que el volcán Cumbre Vieja está emitiendo a diario entre 6000 y 9000 toneladas diarias de esta sustancia.
2. El dióxido de azufre, una vez entra en contacto con el agua del mar, se transformaría en ácido sulfúrico que, si bien ha descartado INVOLCAN (Instituto Volcanológico de Canarias), que pueda provocar lluvia ácida en la isla, sí puede provocar la contaminación del suelo y del agua de la isla, con nocivas consecuencias tanto para la flora como para la fauna que allí vive.
También es cierto que esta sustancia posee una cualidad “positiva”, que no es otra que la de enfriar la atmósfera. Es decir, en un principio podría parecer que es un aliado contra el calentamiento global. Pero no lo es, en este caso por dos motivos:
a. Se considera que los efectos de este volcán no afectarán a nivel global, sino sólo a nivel local. Dicho de otro modo, a pesar de lo espectacular que nos pueda parecer, esta erupción es pequeñísima en términos globales. De ahí que preocupen mucho más sus efectos en la propia isla que en el clima global
b. Además de dióxido de azufre, este volcán emite (como he dicho anteriormente) dióxido de carbono, que es una sustancia que tiene el efecto contrario, calentar la atmósfera. Así que realmente esta erupción parece tener un efecto y el contrario.
La conclusión que hemos de extraer de esta erupción, al menos desde mi punto de vista, es la siguiente: la erupción puede tener consecuencias negativas en el medio ambiente, y se trata de un evento que no podemos evitar ni controlar, hemos de convivir con este y con otros tantos desastres naturales que la naturaleza provoca en su propia evolución. Pero si a pequeña escala, cada día nosotros provocamos estos mismos desastres de manera evitable (coches, aviones, energías no renovables, …) ¿no merecería la pena cambiar nuestros hábitos, para njo añadir más leña al fuego?
Hasta la semana que viene, amigos

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